¿Cómo escribir un guion?
En esta ardua tarea de explicar cómo redactar un guion, hemos pedido ayuda al jurado de Fade Out. Esperamos que estos consejos te sirvan para perfilar mejor tu guion.
Pablo Úrbez, director de teatro y jurado de Fade Out, nos brinda diez consejos para escribir un buen guion.
1. Lee, y mucho. No vale solo con ver películas, lee guiones en bruto, novelas y obras de teatro, empápate de buenas historias. Si no lees, de nada te servirán los demás consejos.
2. Piensa muy bien qué quieres contar. Si en un cortometraje sobre la familia queremos narrar el sacrificio del padre, la enfermedad de la abuela, los celos de la madre, el noviazgo del hijo, el triunfo deportivo de la hija y la muerte del perro, deberemos apostar por algo. Todo no cabe. Decide cuál es el tema de tu historia, y todo lo demás se subordinará a ello.
3. Tu historia ya la han contado, asúmelo cuanto antes, y además lo hicieron los griegos. La guerra de las galaxias e Indiana Jones adaptan la búsqueda del vellocino de oro, My Fair Lady es el mito de Pigmalión, y tanto Los mejores años de nuestra vida como Taxi Driver cuentan lo mismo que La odisea. Todo está inventado, luego deberás aportar un nuevo enfoque, limar los matices y diferenciarte en el cómo.
4. Sal de casa con una libreta y un bolígrafo. Por mucha imaginación que tengas, no escribirás de un tirón encerrado en tu cuarto ni la inspiración brotará entre las cuatro paredes de tu casa. Las mejores ideas las descubrirás en un paso de cebra, esperando el autobús, en tu mesa de trabajo y cenando en un restaurante, y entonces deberás apuntarlas para recuperarlas luego. Verás una luz, en tu cabeza se proyectará una secuencia de principio a fin, y como no la escribas en los próximos dos minutos la olvidarás al llegar a casa.
5. El tópico es la última opción. Piénsatelo cien veces antes de situar una película de apuestas en Las Vegas, antes de construir un padre sin tiempo para ver los partidos de béisbol de su hijo y antes de matar al piloto que enseñó la foto de su novia. Si tras pensarlo ves que continúa siendo imprescindible para la historia, no lo borres. Pero lo dudo.
6. Nunca encontrarás el mejor momento para escribir, pero lánzate y escribe. ¡Escribe! La historia jamás estará perfilada del todo, ese lugar idóneo nunca aparecerá, el ordenador podrás configurarlo más tarde, los libros de la estantería los puedes ordenar después y ese lapicero no necesita que le saques punta por cuarta vez. Siempre encontrarás excusas para no sentarte a escribir, pero todo eso es menos importante. ¡Escribe!
7. Una anécdota ayuda… pero no proporciona toda la historia. Te ha sucedido la anécdota del siglo, es divertidísima, o al contrario, escalofriante, y constituye un excepcional punto de partida… pero piensa más. Esa anécdota posiblemente te sirva para una escena, y punto. Quizá ni siquiera te articule la historia, así que construye a su alrededor la introducción, el nudo y el desenlace.
8. 100 anécdotas ayudan… pero tampoco proporcionan toda la historia. Si quieres un relato coherente busca un nexo común, un elemento para unirlas. Posiblemente lo otorgará ese qué quieres contar del que hablábamos. De lo contario, mostrarás cien historias sueltas, independientes y sin sentido. Y queremos escribir un guion, una película.
9. Escribir significa reescribir. Si el primer borrador te parece bueno, replantéate el oficio de guionista. Asúmelo, tu guion es malo. Todo guion bueno ha pasado antes por horroroso, muy malo, malo, no tan malo, pasable, convincente y aceptable. Y entre esas fases han podido mediar diez, quince o veinte reescrituras. Ármate de paciencia, ánimo.
10. Enorgullécete de tu guion. Puede flaquear una escena concreta o ese final que no te convence, pero si tras veinte reescrituras no sientes orgullo de tu obra, nadie se la va a leer. Ilusiona a la gente, canta los puntos fuertes de tu historia, introdúceles el gusanillo por leerla. Tu guion es especial, diferente, auténtico, impresionante y digno de aplausos, y por supuesto solo podría haber salido de tu cabeza. Aprende a vender tu producto; si no lo sabes vender, es como si no lo hubieses escrito.
